Hijo de tigre… ¡Sale con cuadros!

Por Natalia Lara

¿Cómo cambiar el color de nuestros ojos, nuestra estatura o la herencia espiritual que tenemos?

En esta parasha (Bemidbar-En el desierto) el Eterno le ordenó a Moshé hacer un censo de toda la congregación de los hijos de Israel según sus familias y casas paternas [Nm 1:2] y contar a los hijos de Leví también por sus familias y casas paternas [Nm 3:15] ¿Cuál era el propósito del Eterno de contar a cada quien como parte de una familia?

En la misma parashá encontramos la respuesta: este conteo les permitió 1. Conocer quienes podían empuñar las armas e ir a la guerra [Nm 1:21], 2. Saber cuál era su lugar en el campamento pues los israelitas debían acampar cada uno junto al estandarte de su tribu [Nm 1:52; 2:2-31] y 3. Que los levitas entendieran cuál era su función en el tabernáculo según si pertenecían a la familia de Gerson, Coat o Merarí, [Nm 3:25 -26, 31, 36-37], así como saber si podían prestar servicio en el santuario si tenían entre 30 y 50 años de edad [Nm 4:2-3].

En el pueblo de Israel determinar si alguien pertenecía a una familia o tribu, se hacía mediante la genealogía, de la cual se tuvieron registros hasta la caída del segundo templo (véase [1 Cr 2 – 8, Lc 3:23-38, Mt 1:2-16]).  En medicina determinar si una persona pertenece a una familia o a un linaje se hace por medio de la genética.

Cada una de las células del ser humano contiene una “base de datos” de información acerca de las particularidades de un individuo: su apariencia externa (cabello, color de ojos), sus órganos internos (corazón, riñón, pulmones), el funcionamiento de las sustancias químicas e incluso la predisposición que tiene para ciertas enfermedades.  Cada una de estas características está codificada en un trozo de ADN llamado “Gen” el cual es la unidad básica de la herencia.  Este ADN es increíblemente extenso: si desenrolláramos el ADN de cada célula mediría cerca de 4.5 m, y si desenrolláramos el de los 50 mil billones de células que se estima tiene el cuerpo humano serían 113 billones de metros es decir ¡113 mil millones de kilómetros!

Sin embargo, no todo el ADN contiene genes: el proyecto genoma humano -2005-, permitió encontrar que sólo el 1,5% del ADN contiene la información necesaria para “producir” un ser humano; todo lo demás corresponde a repetición de partes del ADN. ¿Y qué utilidad tienen esas repeticiones? Precisamente, Di-s las colocó allí para comprobar la relación entre una muestra y un individuo (como en la investigación de delitos) y para determinar paternidad, maternidad y relaciones de parentesco; por ejemplo: el ADN de las mitocondrias permite identificar el linaje materno, el cromosoma “Y” a todos los individuos varones emparentados por línea paterna y los microsatélites el índice de paternidad.

Pero así, como se transmite la información genética entre bisabuelos, abuelos, padres, hijos, nietos, etc.; también se transmite la información espiritual y ésta puede ser tanto de bendición [Gn 12:3] como de maldición [Ex 20:5].  Y tal como existe la predisposición genética a las enfermedades, el pecado de nuestros antepasados genera inequidades, es decir una predisposición a calamidades y más pecado.

Si bien, hasta ahora, la ingeniería genética no ha logrado -con la suficiente precisión y seguridad-  manipular genes para evitar o curar enfermedades; espiritualmente Di-s permitió que Yeshúa, el Mesías de Israel, nos redimiera de la mala herencia espiritual y cargara con nuestras iniquidades [Is 53:5], cumpliendo la promesa que hiciera a Jeremías: “En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera” [Jr 31:29].

Hablar de redención, es hablar acerca de rescate: tanto la vida de los primogénitos [Nm 3:46-47] como la de los esclavos [Lv 19:20] se rescataba pagando un precio.  Hashem rescató a Israel de Egipto [Dt 7:8] y nos rescató a nosotros por medio de Yeshúa, su muerte no solo nos dio redención mediante su sangre, sino el perdón de pecados [Ef 1:7] y una nueva naturaleza [2 Cor 5:17].  También prometió que a todos los que creamos en el Él, cambiaria nuestra herencia [Rm 1:17] y nos adoptaría como hijos [Jn 1:12] trasformando incluso nuestro ADN espiritual.

El censo en esta parashá se hizo durante el conteo del Omer, el día primero del mes segundo [Nm 1:1]. Qué el tiempo que queda de este conteo del Omer sea la oportunidad de reconocer la paternidad de Di-s sobre nuestras vidas, encontrar nuestro lugar y propósito en el mundo y cumplir con el servicio en su ejército y en su santuario.  

Shavua tov!

Referencias

https://www.genome.gov/10000202/fact-sheets/

http://web.ornl.gov/sci/techresources/Human_Genome/project/info.shtml

 

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Soy comunitaria de la Kehilat Yovel hace 4 años, felizmente comprometida para casarme, participo del ministerio de jóvenes y Benei Mitzva, trabajo como médico pediatra y con los niños de la reclusión de mujeres en Bogotá. 

 

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