Identidad – Conversatorio Comunidad Yovel

Por Karen Sánchez Valencia

El mundo creyente está en el proceso de acercarse al judaísmo, bien sea con prejuicios desde una óptica del reemplazo, bien sea por moda o por atracción a lo que resulta extraño o exótico, o también por un auténtico sentimiento de identidad con el pueblo con el que cree compartir un origen común. En este contexto se realizó en el año 2008 en la Kehilat Yovel un Conversatorio al que fueron invitadas autoridades de la comunidad judía en Colombia para hablar del tema de la identidad, de la identidad judía y un poco para reflexionar sobre la identidad del creyente, del mesiánico y del converso en el basto pensamiento judío, que aparentemente tampoco termina de descifrar esta tensión entre la identidad reconocida puramente por la institucionalidad y ligada a estrictas prácticas y protocolos religiosos y la identidad simbólica que recoge aspectos más subjetivos.

A continuación, se presenta un breve resumen de las intervenciones en el Conversatorio.

El Rabino Alfredo Goldschmidt (Rabino de Bogotá desde 1974 y Gran Rabino de Bogotá desde 1991), nos mencionó en su introducción cómo el asunto de la identidad (es decir, quién, por qué y cómo debe ser judío) ha sido un asunto muy discutido y tratado en las diferentes corrientes de interpretación del judaísmo. Por una parte la identidad se considera ligada al aspecto hereditario (sanguíneo) reconocido por línea materna (se mencionó el intento de reforma para incluir la línea paterna), también se señaló el desafío que implica reconocer como judío a aquel que se somete a la práctica de la religión mientras, a la par, en las diferentes vertientes del judaísmo se discuten temas de forma y fondo en cuanto a cómo guardar preceptos y mandamientos de la Ley mosaica y porque adicionalmente ahora existe una fuerte corriente laica que se reconoce como judía pero que distan de ser fieles practicantes de las expresiones religiosas e incluso señaló el tema de los conversos.

Y es que este es más bien un fenómeno reciente (antes nadie quería tener que ver con lo judío), más o menos desde la década de los 70 es que mucha gente se empezó a acercar al judaísmo y buscó asumirlo a través de las diferentes puertas -corrientes reformista, ortodoxa, conservadora- así que, teniendo en cuenta todas estas variables, se puede señalar que hay diversas formas de identidad judía, el rabino afirmó “creo que nadie tiene, en este momento, derecho a decir que ´mi definición de ser judío es la verdadera”.

Sin embargo, seguidamente mencionó que en todo este gran debate en el que se encuentra inmerso el judaísmo, lo único que está claramente aceptado y soportado legalmente es  que toda persona judía que acepte o crea que hubo mesías en la persona de Jesús ya no es judía, de manera que para la ley israelí, si una persona judía decide entrar a una corriente mesiánica y luego quiere hacer Aliyá debe hacerlo como persona no judía, es decir que su decisión lo deja fuera de la identidad judía (para ese momento había una decisión reciente de la Corte Suprema de Israel -tribunal laico israelí no asociado al rabinato- que determinó este asunto en estos términos).

El rabino concluyó señalando su posición sobre la identidad judía y que, desde su filiación ortodoxa, reconoce que una persona que nace judía lo es sin importar lo que haga, pero que claramente desde allí se busca promover la observancia, la moral, la ética y el amor por Israel porque son determinantes de dicha identidad.

Finalmente señaló que quien quiera, puede guardar o practicar judaísmo; que por supuesto en él despierta gran admiración aquellos que buscan guardar un judaísmo apegado o muy similar a como fue en el siglo primero y que el amor profesado por Israel es también motivo de satisfacción, pero que definitivamente esta persona no puede ni debe hacerse llamar judío, y quien quiera serlo debe entonces cumplir con todos los requisitos del precepto alájico que naturalmente implica el proceso de conversión.

En este día la señora Raquel Celnik de Goldschmidt, esposa del Rabino, también intervino y para empezar se refirió “al fenómeno -reciente- … y un poco incomprensible…” que es recibir de parte de no judíos apoyo, acompañamiento y respaldo, en especial el que la comunidad judía ha recibido de parte de la Kehilat Yovel.

¿Quién es judío? La respuesta dada por la señora Celnik estuvo proyectada desde la visión ortodoxa y conservadora del judaísmo “es judío quien nace de una madre judía y también quien resuelve su amor al pueblo judío y su creencia firme en un Dios invisible por medio de un proceso de estudio previo y conversión con todos los procedimientos consecuentes como el examen ante un tribunal rabínico, el baño ritual en la mikve, etc.”

Desde el ámbito personal, la señora Celnik, reflexionó que el judío, para ser considerado como tal, debe practicar judaísmo y no apartarse deliberadamente de su fe. Punto aparte y diferente consideración merecen aquellos que fueron forzados a la conversión.

Respecto a la identidad, inclusión y aceptación de los conversos señaló que este ha sido un punto de quiebre en la ortodoxia pues mientras algunas líneas conservan estándares estrictos de observación de las tradiciones religiosas y se las imponen tanto al converso como al natural, otras han sido más laxas en la imposición y cumplimiento de las reglas y normas religiosas, así como en la inclusión y reconocimiento de los nuevos judíos.

Sobre la adopción del judaísmo, la señora Celnik presentó tres condiciones que considera básicas para aquel que desee hacerse judío. En primer lugar, amar al pueblo de Israel, en segundo lugar, reconocer sinceramente la creencia en un solo Dios invisible y que no tiene ninguna forma humana ni animal ni vegetal ni mineral y finalmente el deseo de pertenecer al pueblo, el mejor ejemplo de esto es la conversión de Rut.

Por otra parte, señaló el caso de quien quiere hacer conversión más por motivos puramente emocionales aquel “que admira al pueblo judío”, sobre esta persona ella considera que no es necesario que haga conversión, la empatía que siente por Israel puede hacerlo cercano al pueblo judío sin necesidad de renunciar a su esencia o de intentar alterar el judaísmo existente, ya que “el amor, apoyo y fidelidad” que nacen de esa unión genuina, considera la señora Celnik, es lo que “va a salvar el mundo”.

Marcos Peckel, profesor universitario y presidente de la comunidad ashkenazi, también presentó una visión muy personal y trató de responder a una pregunta planteada por el Pastor Raúl Rubio en el inicio del Conversatorio sobre si ¿practicar judaísmo hace judíos? “institucionalmente no, personalmente sí” fue la respuesta dada. Es decir, desde el punto de vista meramente institucional, sobre lo que ya se detuvieron los ponentes anteriores, la respuesta es no.

Sin embargo, consideró que alguien sí puede sentirse judío sin cumplir con los requerimientos institucionales, haciendo hincapié en que el judaísmo es la sumatoria de muchos puntos de vista, reglamentaciones e instituciones y sobre todo es una unidad sin una jerarquía unívoca reconocible a diferencia de, por ejemplo, la del catolicismo. Las prácticas religiosas han sido un fuerte aglutinante del judaísmo, pero cada vez menos (considera Peckel) son las únicas que determinan o definen la identidad judía.

El judaísmo es un proceso de constante construcción que se fortalece y progresa debido a que termina definiéndose también por causa de las interacciones y el desarrollo que tiene dentro de las sociedades en las que está inmerso, de manera que cada comunidad desarrolla diferentes formas de vivirlo (ejemplo de ello son las profundas diferencias entre judaísmo sefardí y judaísmo ashkenazi y los diferentes enclaves existentes en Yemen, Irán, etc., incluso existe judaísmo no creyente en Dios y aun así judaísmo). Insiste Peckel en que, contrario al sentido unívoco que puede generar la palabra identidad, todas estas diferencias fortalecen.

Continuó haciendo una reflexión sobre el judaísmo y cómo este puede verse más como un estilo de vida y un conjunto de normas que reglan y vinculan una sociedad y que no necesariamente dependen de una relación o reconocimiento de la divinidad, sino que se ha desarrollado en función de unas tradiciones e historia común.

Como conclusión Peckel señaló que es interesante que el Estado judío en sus 60 años de existencia no ha logrado responder la simple pero fundamental pregunta ¿Quién es judío?

Ya para finalizar y tratar de dar un marco teórico a la discusión sobre identidad, Viviana Valbuena politóloga de la Universidad Javeriana y Karen Sánchez politóloga de la Universidad Nacional, presentaron un breve resumen sobre el concepto de identidad y se invitó a hacer una reflexión sobre la identidad propia, es decir, ¿quiénes somos? Porque precisamente “en el sentido filosófico una identidad es lo que hace que una cosa sea lo que es”.

La reflexión sobre la identidad evidentemente invita no solo a pensarse como individuo sino precisamente en el marco que más impacta a un miembro activo de un grupo religioso, y es que “la religión como parte de la cultura de los pueblos es un factor de unificación social de ahí que la identidad religiosa pasa a ser parte de la identidad nacional de los pueblos… nuestra identidad determina nuestro comportamiento con los demás”.

La identidad, como se mencionó, es un determinante de la forma de existencia, de cómo nos relacionamos con el mundo, con los demás y sobre todo de cómo nos vemos a nosotros mismos, de cómo queremos que nos vean y cómo vemos a los otros, determinante de qué soy y qué no soy.

Este precisamente es el propósito y enfoque del Congreso Zehut -Identidad- que tendrá lugar en el marco de la Fiesta de Shavuot 2017, Brindar herramientas para pensarnos como creyentes, como mesiánicos, como nacionales de un país y aun así con la convicción de estar injertados en un pueblo.

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