Enterrando a nuestros muertos

Por: Moshe Hernandez

“…entierre a su muerta en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros le negará este sepulcro a usted, para enterrar a su muerta”. Génesis 18:6 TLV

De esta porción de la Torá aprendemos la importancia de tener un lugar para enterrar a nuestros muertos, para evitar que en un futuro tengan que ser movidos a otro lugar porque el lugar es reclamado por alguien (Jizkuni). Es nuestro padre Abraham quien nos da este ejemplo, ya que, él pagó por ese lugar, y también aprendemos que debemos prever estas situaciones.

La kevurá ([קבורה] entierro), según las leyes de la Torá, debe hacerse lo más pronto posible después de que la persona ha fallecido. Esto también lo vemos en la escena de Abraham (v. 6), quien al momento de enterarse de la muerte de su esposa Sara hizo todo a su alcance para enterrarla rápidamente, y no dar más espera para cumplir el último acto de bondad por un ser humano, de allí nuestros Sabios interpretaron lo siguiente: על כל המתים כולן מדחה מטתו, “nos corresponde enterrar a todos nuestros muertos con prontitud, sin dilataciones indebidas” (Moed Katan 22a), a esta ordenanza hay excepciones como que se esté esperando a que llegue un familiar que viva lejos, por lo cual se atrasa un poco el entierro, sin embargo, si no hay tal escenario se debe proceder con prontitud.

Abraham pagó el precio completo de lo que valía ese lugar donde finalmente reposarían los restos de su esposa Sara, y cuenta la tradición (Bereshit Rabá 58:4) que la escogió y pagó tal costo porque allí se encuentran enterrados Adán y Eva, y este lugar se conoció como Kriat ‘Arba ([קרית ארבע] Ciudad de Cuatro), por las cuatro parejas que reposan allí. De aquí vendrá la expresión fue unido a su pueblo, que usualmente vemos que la Torá usa para referirse al entierro de alguien, haciendo alusión a que fue enterrado en el lugar familiar.

Aquí hay otros dos aspectos fundamentales dentro del proceso que vemos aquí: el duelo y el llanto, cosas que se desarrollarían y establecerían como halajá por nuestros Sabios en la época talmúdica, quedando establecido que el duelo dura siete días, periodo denominado shivá (siete), días en los cuales son el momento en el cual se externaliza el dolor de la pérdida y se llora, lo cual demuestra nuestra humanidad y lo frágil que es la vida. Estos siete días se dividen en dos secciones: el primer día (de origen bíblico) es el momento más intenso del duelo porque es el momento inmediatamente posterior al entierro; los seis días restantes (de origen rabínico) tienen como propósito la introspección por medio de recordar al familiar, y es cuando los deudos reciben visitas para ser consolados.

De estos últimos seis días, el séptimo es un día peculiar porque es el final de la shivá, y nuestros Sabios enseñaron algo muy bello con respecto a ese día: מקצת היום ככולו, “una parte del día es como todo el día” (Moed Katan 19b), y eso tiene el objetivo de que la persona pueda volver a incorporarse a su rutina después de la shivá, sin olvidar la pérdida que ha sufrido, ya que, en este proceso de reincorporación de la persona se requiere el apoyo de la comunidad porque “si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento…” (1 Corintios 12:26).

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Psicólogo de la Konrad Lorenz Fundación Universitaria. Gabai de la Comunidad Mesiánica Yovel, maestro del ministerio Yeladim, miembro del ministerio de Danzas. Apasionado por el hebreo y otros idiomas.

2 Comments

  1. Gracias por el articulo me ayudo mucho. Tengo una pregunta hace unos meses (7 de Marzo/20) murió mi madre y ella y mi padre ya habían hablado de ser cremados (asunto al cual yo no pude hacer nada) mi papa a esta fecha tiene sus cenizas en su casa . Tiene eso algo malo ? . Yo solo creo en un único DIOS y que es un DIOS de vivos . Gracias por su respuesta

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    1. Shalom, Stella.
      Lo ideal es el entierro del familiar, sin embargo, al ser una decisión que tus padres tomaron es muy difícil ir en contra de ello. La invitación es a que tú y tus generaciones puedan hacer una rectificación de eso más adelante.

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